lunes, 2 de julio de 2012

¿Padres o Ingenieros?


Todos los coches, vienen dotados con Sistemas de Seguridad Activa y Pasiva.  Los primeros se encargan de evitar un accidente: frenos abs, faros de xenon, sistemas de estabilidad, etc.  Los segundos, sin embargo, para minimizar los daños sobre los pasajeros: cinturón de seguridad, airbags, carrocerías flexibles… etc.

Una silla de auto es por tanto, un Sistema de Seguridad Pasiva diseñado para los pasajeros más pequeños y es, de todos, el único sistema que no viene incluido dentro del propio equipamiento del coche.


Todos compramos y vendemos coches.  ¿Acaso alguien conoce la normativa de homologación del airbag? ¿La de los cinturones de seguridad tal vez?... no, ¿verdad?.  Solo a los ingenieros que diseñan los coches les compete manejar ese tipo de información y usarla en beneficio del consumidor final.

¿Qué sucedería si, ante la compra de un coche, el vendedor nos dijera que, tanto el airbag como los cinturones de seguridad, tenemos que adquirirlos en otro sitio e instalarlos nosotros mismos?


¿Qué pasaría si, para realizar esa compra tuviésemos que elegir entre 15 o 20 fabricantes con 5 o 6 modelos distintos? ¿Podríamos acaso garantizarnos una elección apropiada para cada uno de nuestros vehículos? ¿Sería la instalación 100% segura en el 100% de los casos?

Este es uno de los problemas al que nos enfrentamos con las sillitas de auto para nuestros niños.  Los padres, de repente tenemos que convertirnos en ingenieros y desempeñar con éxito las siguientes "misiones" :
  • Comprender y descifrar cuestiones que pertenecen a un campo que desconocemos: el de la ingeniería industrial aplicada a los Sistemas de Seguridad Pasiva.
  • Aplicar dichos conocimientos en la elección del producto acertado para nuestro hijo.
  • Proceder a una instalación no supervisada de la sillita.  


Y para realizar estas tareas con éxito, disponemos de las siguientes herramientas: 
  1. Un Reglamento de Circulación que nos habla de la edad y la talla.
  2. Una Normativa de Homologación redactada por técnicos para ser interpretada por otros técnicos que, por cuestiones técnicas, se expresa en términos de masa (kilos).
  3. Distintos puntos de venta no acreditados oficialmente (porque dicha acreditación no existe) donde adquirir  bajo nuestra responsabilidad uno u otro producto. 


En resumidas cuentas, ante la llegada de nuestro hijo, los padres tenemos 9 meses para:
  1. Conocer que la Normativa Vigente (escrita en la etiqueta naranja de homologación) es una tal ECE R44/04 que junto con otra tal ECE R44/03  es la que correcta;  la ECE R44/02 y la ECE R44/01 ya no valen y si utilizamos una silla homologada bajo estas normativas nos multan.
  2. Conocer las diferencias entre sistema de homologación universal, semi-universal y específico.
  3. Conocer las diferencias entre Sistema Isofix de Tres puntos con Top Tetter, Sistema Isofix de Tres Puntos con Pata de Apoyo (Support Leg) y Sistema Isofix de Dos puntos con Pivot link.
  4. Conocer y elegir de entre estas la mejor opción: arnés de tres puntos, arnés de cinco puntos o escudo frontal (impact shield).
  5. Conocer el momento exacto en el que, a veces por ¿edad?, ¿peso? o ¿altura?,  ¿homologación?, nuestro niño tiene que ser colocado en otra silla a elegir entre: un Sistema de Grupos Simples o de Grupos Combinados.
  6. Proceder por último a una instalación sin errores.


Y uno se pregunta, ¿acaso algo de esto sucede con los airbags o los cinturones de seguridad?

El porcentaje de niños fallecidos en accidente de coche sentados sobre una silla de auto es mayor al de fallecidos que no llevaba ninguna.  Y no es porque no queramos hacer las cosas bien, sino porque los padres, aunque cueste creerlo, solo somos “papás”, no ingenieros.  

A día de hoy, es más seguro comerse un sandwich mixto en cualquier terraza, que adquirir una silla de auto en la que un menor se juega la vida. Todo camarero o cocinero está obligado a tener vigente y visible su título de manipulador de alimentos, al que solo ha tenido acceso, mediante la formación oficial correspondiente. Nuestros niños no tienen tanta suerte.

¿Cómo no va a ser el Accidente de Tráfico la principal causa de mortalidad infantil en España? Lo verdaderamente sorprendente sería que no lo fuera.

Una multa o una condena no es siempre la solución.  Los padres no somos, solo ni siempre, los únicos responsables de lo que al niño le pasa en el coche.  Sin embargo, sí somos los únicos que, ante la muerte de nuestro hijo, soportamos esa carga el resto de nuestra vida.


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